Buenos días mundo
Un carromato tirado por caballos,
surca el pasaje que da entrada a la ciudad.
Es domingo y hay mercadeo, los
Alfareros que llegan desde la Atalaya, los cesteros que bajan del Álamo, los
agricultores. Que vienen de la Caldera y la Goleta.
Un usual tumulto de gentes que
transitan por las sendas de los antepasados, con carretas tiradas por bueyes,
mulas con los serones llenos de hortalizas, y latoneros con burros embaldaos de
arritrancos de uso diario. Corre el año 1737, El señorío de Arucas,
comerciantes de telares y aristocracia, cultivada de antiguos maestros
pedreros. Se han hacendado. A los pies de esta ciudad
A la entrada del pueblo en el
fielato. Un guardia estirado. Revisa la carga de una mula de unos comerciantes
dudosos. Son gentes que vienen de Tinoca, de la costa. Y traen pescado salado y
jareas. Al final el "estirado", se empaca medio botín con la escusa,
que les falta el sello de la junta del comercio local
Arucas. Es ciudad de
aristocracia. Los ingleses que buena pujanza mundial tienen Están llegando al
muelle de la Luz en naves, con maquinaria industrial, y dicen que va a ver
trabajo, en explotaciones de agricultura. Que el plátano. Será una revolución
en las exportaciones
Año 1905 Se están abriendo carreteras por el centro,
los cultivos de plataneras cuelgan hasta la costa. La cantería de Arucas.
Maestros artesanos pedreros tienen una excelente demanda insular. Las
catedrales iglesias empiezan a demandar la piedra de Arucas.
En el condado de la Marquesa. Hay
prosperidad y la ciudad florece. En un ambiente extraordinario de lucidez.
Año 2013. Vuelvo Arucas. Solo.
Camino. Mirando los perfiles de los edificios, pisando las piedras hundidas de
sus pendientes
Todo parece encantado, los
callejones, las fuentes, las acequias. Miro una puerta desencajada. Por la que
salen y entran los gatos por un boquete. Un rotulo en relieve. Que se lee Herrería.
Me paro a observar. Que pasa por
mi mente.
Y veo al herrero golpeando
herraduras en un yunque. Tiene dos ayudantes. Que están herrando a unos
caballos. Hay gente mirando y pasando. Muchos con rostros anónimos caldeados de
solajera y labor.
Avanzo, absorto en mis
pensamientos. Pero no puedo dejar de ver el pasado. Cada rincón de esta ciudad.
Tiene miles de duendes mirando. Intentando comunicarse contigo. Parece que lo
que realmente desencaja es la actualidad, este siglo XXI
Sigo con mis cavilaciones hacia
el otro lado. Hacia el parque de las flores
Cada árbol. Cada drago. Los
cañaverales, Las enredaderas. El viejo edificio del parque. Que fue donado al
fin junto con este. Después de 30 años de lucha para el uso publico.
Hace 21 años escasos. Ayer. Sin
pensarlo arranco en Arucas. Un memorándum. Un vintage llamado Viejas Glorias. Sin
quererlo, estamos asistiendo al enlace de un romance, entre la historia de una
vieja ciudad encantada de piedra y drago
Y la reciente historia ordenada
de unos locos amantes de sus viejos cacharros motorizados Hoy por fin comprendí
la maternidad y la relación afectiva de la ciudad con el Viejas Glorias. Y
saben en que. En los detalles..
Después de reconocer el Museo del
parque. Y entrarle al recepcionista para sacarle información. Este se volvió loco de contento. Cuando le
confirme que este año. Volvíamos Arucas.
Me confeso que desde aquel 2008.
De la última vez suspiraba por el rencuentro... Y siguió hablando. Y Hablando
como poseído por el espíritu de las Viejas glorias
Y encima el tipo no era
motorista. Yo flipe.
Antes de dejar la ciudad
encantada de Arucas. Pase delante la cantería a oler el polvo de las piedras.
Me metí en la hacienda del Buen Suceso para descubrir un mar de plataneras,
pasee por los jardines de la Marquesa, para oir graznar a los pavos reales,
pare en la puerta de destilería, para oler aroma a caña y herrumbre a ron carta
de oro en las paredes.
Y aun me dio tiempo de subir a
Lomo el Jurgon para ver en mi mente. Como evolucionan las Bultaco y Montesas en
unas estupendas trialeras.
Todavía. Algunos preguntan. Por
que en Arucas, el Viejas Glorias.
Algún día lo descubrirán. Cuando
aprendan a interpretar el tiempo y el escenario
Sean felices.
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