lunes, 5 de agosto de 2013

CAVILANDO EN ARUCAS




Buenos días mundo
Un carromato tirado por caballos, surca el pasaje que da entrada a la ciudad.
Es domingo y hay mercadeo, los Alfareros que llegan desde la Atalaya, los cesteros que bajan del Álamo, los agricultores. Que vienen de la Caldera y la Goleta.

Un usual tumulto de gentes que transitan por las sendas de los antepasados, con carretas tiradas por bueyes, mulas con los serones llenos de hortalizas, y latoneros con burros embaldaos de arritrancos de uso diario. Corre el año 1737, El señorío de Arucas, comerciantes de telares y aristocracia, cultivada de antiguos maestros pedreros. Se han hacendado. A los pies de esta ciudad


A la entrada del pueblo en el fielato. Un guardia estirado. Revisa la carga de una mula de unos comerciantes dudosos. Son gentes que vienen de Tinoca, de la costa. Y traen pescado salado y jareas. Al final el "estirado", se empaca medio botín con la escusa, que les falta el sello de la junta del comercio local

Arucas. Es ciudad de aristocracia. Los ingleses que buena pujanza mundial tienen Están llegando al muelle de la Luz en naves, con maquinaria industrial, y dicen que va a ver trabajo, en explotaciones de agricultura. Que el plátano. Será una revolución en las exportaciones

Año 1905  Se están abriendo carreteras por el centro, los cultivos de plataneras cuelgan hasta la costa. La cantería de Arucas. Maestros artesanos pedreros tienen una excelente demanda insular. Las catedrales iglesias empiezan a demandar la piedra de Arucas.

En el condado de la Marquesa. Hay prosperidad y la ciudad florece. En un ambiente extraordinario de lucidez.

Año 2013. Vuelvo Arucas. Solo. Camino. Mirando los perfiles de los edificios, pisando las piedras hundidas de sus pendientes

Todo parece encantado, los callejones, las fuentes, las acequias. Miro una puerta desencajada. Por la que salen y entran los gatos por un boquete. Un rotulo en relieve. Que se lee  Herrería.

Me paro a observar. Que pasa por mi mente.

Y veo al herrero golpeando herraduras en un yunque. Tiene dos ayudantes. Que están herrando a unos caballos. Hay gente mirando y pasando. Muchos con rostros anónimos caldeados de solajera y labor.

Avanzo, absorto en mis pensamientos. Pero no puedo dejar de ver el pasado. Cada rincón de esta ciudad. Tiene miles de duendes mirando. Intentando comunicarse contigo. Parece que lo que realmente desencaja es la actualidad, este siglo XXI

Sigo con mis cavilaciones hacia el otro lado. Hacia el parque de las flores

Cada árbol. Cada drago. Los cañaverales, Las enredaderas. El viejo edificio del parque. Que fue donado al fin junto con este. Después de 30 años de lucha para el uso publico.



Hace 21 años escasos. Ayer. Sin pensarlo arranco en Arucas. Un memorándum. Un vintage llamado Viejas Glorias. Sin quererlo, estamos asistiendo al enlace de un romance, entre la historia de una vieja ciudad encantada de piedra y drago

Y la reciente historia ordenada de unos locos amantes de sus viejos cacharros motorizados Hoy por fin comprendí la maternidad y la relación afectiva de la ciudad con el Viejas Glorias. Y saben en que.  En los detalles..

Después de reconocer el Museo del parque. Y entrarle al recepcionista para sacarle información.  Este se volvió loco de contento. Cuando le confirme que este año. Volvíamos Arucas.

Me confeso que desde aquel 2008. De la última vez suspiraba por el rencuentro... Y siguió hablando. Y Hablando como poseído por el espíritu de las Viejas glorias

Y encima el tipo no era motorista. Yo flipe.

Antes de dejar la ciudad encantada de Arucas. Pase delante la cantería a oler el polvo de las piedras. Me metí en la hacienda del Buen Suceso para descubrir un mar de plataneras, pasee por los jardines de la Marquesa, para oir graznar a los pavos reales, pare en la puerta de destilería, para oler aroma a caña y herrumbre a ron carta de oro en las paredes.

Y aun me dio tiempo de subir a Lomo el Jurgon para ver en mi mente. Como evolucionan las Bultaco y Montesas en unas estupendas trialeras.

Todavía. Algunos preguntan. Por que en Arucas, el Viejas Glorias.

Algún día lo descubrirán. Cuando aprendan a interpretar el tiempo y el escenario

Sean felices.


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